lunes, 4 de mayo de 2015

Poemas de Javier Bautista Muñoz

                                                                  Mylène

Guardo la foto de una alemana en una carpeta electrónica
sigo en la línea de tijera que corta y deja caer
tengo la foto de una alemana en la cartera
pero no tengo ninguna de Mylène como fondo de pantalla
tengo un gato metafórico dentro del baúl del fuego
no tengo ningún libro en la repisa de las horas
tengo una beca alimenticia
soy un pendejo hijo de la chingada
cuando salgo a la calle y miro mis manos
veo en la cuenta la foto de la alemana junto a un mexicano
y pienso en Mylène cerca de Rennes Bretaña
canto en la península  al metro de sus ojos y a su altura que rebasa a la mía
a su semana en Huamantla en el albergue del volcán extinto
nada sabe más feo que saberme parricida de los propios demonios
ahora que sostengo el crucifijo de Mylène cerca de los libros
vivo temblor de sus labios/ en el rictus de la duermevela
veo mi Facebook abro el twitter y tecleo Mylène
Mylène Mylène Mylène una vez dos veces veinticuatro veces
observo las máquinas que la llevarán lejos
me desplomo en el cuarto y encabalgo metáforas hacia las garrafas
nada puede levantarme
nada cerca de mi mano y de mi tumba abierta cerca de Nantes o Condesa
Mylène suena otra vez y me cuenta que Bretaña
es un lugar en Francia al oeste cerca de la morgue
–me confundo en el este y la nombro en Alsacia–
que no es Inglaterra esa isla al noroeste
menciono a Normandía y la observo
veo los libros sobre las repisas
la mala poesía los coloquios absurdos de las horas las mujeres
me mareo y canto en la península
me repleto de esquinas por las veredas nocturnas
es un absurdo ser un traidor viviendo en tierra de nadie tlaxcalteca
ni siquiera Mylène sabe ubicar mi furia
nadie sabe en dónde se excavará mi tumba.

Peces

Al fin las niñas saben
que las ninfas esconden sátiros entre sus piernas.
Los peces no surcan dos veces la misma sinalefa
ni las ninfas se empalman beso a beso con el mismo perro obeso.
Hay veces en que la muerte decora las uñas de los desahuciados
para que arañen con coquetería cuando ella los degluta.
Al fin las niñas saben
que la muerte y los peces ocultan testimonios
de mares nunca surcados por segunda vez y que hay que ser precavidos
con la presa prometida al sujetarle el tobillo.
Ellas saben que las ninfas cuentan horas en los muslos al levantarse el salitre de sus
vestidos
suscitan en sus senos cataplasmas prematuros
saben de la muerte a uña y a saliva
saben que son propensas a la inmolación de sostenes medias encajes y condones vaginales
saben ciertamente que no es muerte si no es bueno el arañazo
desprender la piel y desollar el alma
untar a mansalva los riegos del barniz el manicure y la saliva.

Las niñas saben
que las ninfas son hijas de la muerte:
que decoran las uñas de los desahuciados y escogen entre mendigos y modelos
los más propensos al germen de sus labios
el cual bulle por la incurable levedad de pantomimas rítmicas
y tráficos congestionados por la carretera angosta-memoriosa de sus cuerpos.

Al fin las niñas saben
qué ocultan las ninfas debajo de sus faldas
se levantan el meñique y tocan fondo
gritan aplauden se desmayan resucitan
enloquecen piden más…
arañan y mueren abruptamente en el metro del orgasmo.
Ahora saben que es mejor entrarle de una u otra forma
que aburrirse mansamente por casamiento o noviazgo sin nada de malicia.
Las niñas y las ninfas saben por la muerte
que es mejor coger con un poeta sin dar permisos ni arrepentimientos.
No apretarse los calzones, correrse el rímel y correrse de rímel en sábanas circunferentes.
Es mejor hacerse manicura antes de hacerlo en un hotel con la luz encendida.

La muerte y los peces son muy buenos contratistas.
Las niñas bien saben bien hacerse ninfas:

Los peces no cruzan dos veces la misma sinalefa
hay veces en que la muerte decora las uñas de los desahuciados
y las ninfas cuentan horas en los muslos al levantarse sus vestidos.

Poemita

El amor es un basilisco; la mujer, un zaratán… ¿una sirena…? El amor y la mujer son urobobos.

Herida

A Héctor Carreto

Metí los dedos bajo su falda blanca,
y removí la delicada tela
esperando acariciar la culpa.

Metí los dedos en la herida
debajo del levísimo algodón de azúcar.

Ella anhelaba ser herida
y yo necesitaba escribirle poemas:
por eso levanté los cielos de esa tela
y desde ahí las metáforas fueron precisas,
coloqué el puñal por las caderas,
la pluma en la cintura y la columna,
la sinestesia entre el vientre y el sostén caído,
mojé con ritmo los labios y los ojos;
más abajo, palpé con metonimia los muslos,
las piernas
y los pies.
Calmé la sed de la piel y del hurto.
Herí al poema y lo salpiqué de culpas.

Cumplimos los objetivos de esa noche:
matamos dos pájaros de un tiro.



Javier Bautista Muñoz (Tlaxcala, 1991). Poeta. Estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP.  Ha colaborado en la primera edición de la revista Puntos suspensivos (2010), y en la edición digital de la Revista Cuatro Patios (2014), ambas del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la BUAP; así como en la revista El Humo (2015). Miembro activo del Taller de poesía impartido por Álvaro Solís, Alí Calderón y Gustavo Osorio de Ita en el mencionado colegio. Ha asistido al taller de narrativa impartido en el Instituto Tlaxcalteca de Cultura (ITC) por Laura Rivas en el 2012. Actualmente desarrolla proyectos de difusión lingüística y literaria.