martes, 27 de octubre de 2015

Poemas de Ingrid Valencia




La noche de todos

Son nuestras las palabras
que abandonamos,
nuestros los astros
que nos acercan
al lodo, a la cruz, al círculo,
a la cadena de humanos
que gritan y cantan.
Son los senderos de ayer,
los de mañana,
las hojas de los árboles,
el viento, las bocas, la rueda,
la silla, la escalera,
el columpio y los ojos.
Son nuestros los lenguajes
que olvidamos, los entierros.
Así vamos llenos de objetos,
de costuras, de manos prestadas
hacia el último día,
la noche de todos.

Más o menos yo

No sé si soy más o menos yo
cuando tiemblo por la tarde
y me encrudezco,

más o menos yo si digo
mi nombre una sola vez

o cuando son ecos las pisadas.
                                  
No sé si es más blanco
el aire o las sábanas,
ahora que infecto
los ojos con rareza.

Si decir que vengo o regreso
de antojos mínimos
                                  
o que he tenido todo

de golpe.


He esperado mi regreso

Veo labios dentro de mis labios.
Veo manos dentro de mi boca.
Veo gente en el vidrio.
No hay más tierra ni casa,
sólo un rostro en el muro.

Me parezco al ruido de la carne
cuando tiembla.

He esperado mi regreso,
cada tarde escucho
un zumbido lagarto
en la esquina.

A veces, hay una flauta.

Vuelo dentro de la mano
y alcanzo la luz alfombrada
de un viento que sube,

uno capaz de romper, acudir,
besar las moscas de mis dedos.

Prometí llegar de la sed,
y tocar a la puerta
con mi equipaje,

abrir el rencor de la garganta
y parecerme más a lo que soy.

Hablo de sobrevivir.

La espalda arde con el día,
añeja la espera, lo ridículo
de las uñas cuando se tuercen
y se cae la piel a pedazos.

Dar forma es
quedarse allí sin comenzar,
traer el nudo,

recoger lo que sobra
después de nombrarnos

Oscúrame

Improvisa el tacto de las cuerdas,
la pared blanca y enmohecida
que nos lleva al interior de la mano.
Ilumina el bosque de junio
donde llueve y palpita el lodo.

Hay una sala de espera
y gente que camina en círculos.
Alivia la sed de las ramas,
el mar abierto entre escombro y acordes.

Quédate en lo cruel, lame desde allí
la mejilla del sol que se hunde
por dentro del estómago.

Reaparece en el piano,
en el aspa, en el pozo quirúrgico
de las aves cuando cantan. 
Oscúrame.


Intacto

           
Certeza es la piel reflejada en el agua
Son las manos que navegan en lo profundo
hasta que alguno niegue el horizonte
sentado en la piedra blanca de la vejez

Aún hay tiempo para nombrar
bajo la montaña
la luz que se escurre en el polvo

Los árboles fugaces
comienzan a teñir el paisaje
de afiladas grietas como venas en la noche

La ciudad se repite
con su constelación hostil de ojos
negando el pulso del sol en las sienes

También
el amanecer
se conserva intacto
contra el mar.


Los rieles del cuerpo


            Supongamos que es cierto. Uno sale
            de casa, mira rostros
            en el puente
            o la avenida. Alguien duerme en el vagón
            Uno escucha. Y todos vamos en secreto

            signos queloides
                                   acertijos
            que atraviesan con prisa la mirada

            Muy pronto ardemos
            entre atardeceres de alquitrán y polilla

            Los monólogos sobre los rieles del cuerpo
            dejan a su paso un sonido que recae
            en las ausencias que se acumulan
            en alguna parte

            El lugar al que llegaré
            con el bolsillo hinchado
            la mano vacía.


La vida artificial
           
            Una lámpara. Un vaso. Una botella
            sin más utilidad ni pertenencia
            que estar allí, que dar a la conciencia
            un soporte casual. Mas no la huella...
            Severo Sarduy

            Avanza el polvo
            Mejor sería confundir la piedra con un llanto
            creer que esa casa conservará las palabras, los silencios, cada
                 golpe y herida
            Sólo las sombras se dispersan

            Una casa es una casa cuando susurra cada objeto, cuando canta
          una luz
            cuando alguien muere al salir de ella o en ella
            Una casa es un vacío que ha de llenarse de pretextos

            Ahora no hay lugar que alcance
            otras miradas se han estacionado en el aire
            El asco carcome
            lento
            a pasos intermitentes

            El suero gotea
            los peces respiran
            mi madre respira
            La vida recorre angostos túneles de transparencia artificial
            Nadie quiere entender que la piel es más veloz que la calle
            Avanza el polvo. Avanzo.