1
El infierno es el aquí
y el ahora
donde sólo existen los
segundos.
Erupcionará la tierra,
la lava dominará el elocuente espectro,
las nubes cerrarán sus
caminos,
la bóveda celeste
cerrará el puente a la victoria,
la voz de la llamarada
se escuchará
en el glacial
indiferente,
la naturaleza de lo
perspicaz desafiará al tiempo,
las nubes bajarán donde alberga el instinto.
2
Altura desértica en la textura
de la solemnidad,
titubeante raíz occidental.
Caer y sostener el gran
arsenal
sosiega en andantes
palabras cristalina gloria.
Rostro estante en
alborada providencia
balanceándose en la acritud del bosque,
infancia adiestrada al
caudal en voz de aurora.
Las secuelas de la
frialdad salvan la neblina
en el osario antártico
del cielo en jaula
de tierra blanca
perdida en penumbra,
de las nubes respiro la
intacta pulcritud emblemática,
del cosmos aíslo la extensión atávica de mi
nombre.
3
He ayudado a la
contribución eterna de la discordia,
observando y queriendo
estar en el último lugar
que está próximo a
vivir,
instancia auténtica que
practica su labor
en honor de la charla infinita
que se va con el ave en
pulsos agraviados,
no contribuye a la disgregación
que hace una estancia
al par con la mirada del hombre,
que se ha ido acercando
con su espectro
desfragmentándose en
las flores
lanzándose a la
caverna,
sin júbilo escuchamos:
¿ya están?
Os cedo la llegada.
4
Me quedo en ese círculo
o pedazo de tierra con
sabor a miel,
gracias a la licencia
que me han dado
como anticipo de raíz
concretamente ilustrada
en arcos
que hablan mucho al ir
concluyendo el vuelo
de adefesios que sanamente se atrevieron a
dudar
de la respuesta
planteada en el agua
que a cada paso derramó una especie entrañable
donde sólo sabe e
ingiere el viento.
—Es el señor del
tiempo—
Grita el búho
encontrado en las cenizas de la lluvia,
sin considerar el
resplandecer de la cercanía
que se siente en las venas,
que transcribe la pura e infinita posibilidad
de ir muriendo en cada
fonema que no entiendo.
Fotografías en un
cuento de armonía que aparecen
en mi mente.
Ahora recuerdo la
triste y maravillosa destrucción
5
Autenticidad del aire,
lucidez que vuelve a mí
implorando esa querida
ansiedad de la corriente.
Mar adentro, la
frondosidad de los seres.
que se agrandan sobre
la tierra.
Una mirada muy amplia
panorámica en las
sombras,
ángeles me llaman hacia
allá.
No son ellos,
es la sangre la que me
habla de sonidos errantes.
Ojos, pulcra armonía.
6
Estoy en la casa del
doble arco,
pasión que las sombras
me arrebatan.
Doble acción natural al
aparentar el transporte
con el hombre sumergido
en agua,
en el duelo con las
cabezas.
Nueve árboles
a ciegas del rostro turbante,
perfecto abrigo del
misterio.
Enfoque perdido por las
voces
pasando la eternidad en
el instinto final.
Iré por la mañana en
las manos del bosque
con la fortuna del
encuentro,
se pierde la acción al
momento de estar.
Meterán las cabezas al
cielo
hasta ahogar las
hiedras puras del sentido
que se va alejándose
con sus tres visionarias ramas
entrando en los pasos
que se retiran.