lunes, 6 de abril de 2015

Aurelio Macó


PALABRAS INICIALES

No quiero ser nunca un hombre sin dones,
no quiero morir sin ningún paraíso asegurado,
ni quiero salvar la conciencia heredada de mis padres.

No quiero tampoco sueños, edades ni esperanza,
no quiero banquetas para desanudarme las costuras,
ni álbumes para recortar el lado sincero de las fotos.

Ahora detesto los árboles de paso,
las reputaciones y miserias de paso,
y los espejos que sólo sirven para arrojar otros espejos.

Sólo quiero escribir un poema que sí sirva para un hombre
y hacer que tiemble la tierra cuando digo que yo tiemblo.

Estoy harto de contemplar mi otra cara en la pared,
de tocar ese otro nombre que a veces me refleja, 
esperando a que el sol remueva la cortina, ola desgarre.


ASALTO

Y claro, como todos ustedes saben:
el típico este es un asalto, arriba las manos.
Y después —si se ponen necios—,
tres, cuatro, cinco balazos para algunos,
y no, ninguna estampida policíaca,
ninguna que recuerde las películas de la vida real.

En este cuento maltrecho de Dios,
el ladrón es el todopoderoso.
Actúa con frialdad y sabiduría:
saca el revólver, apunta y liquida la coartada.
Y todo esto realizado
con una técnica admirable del oficio.

Aunque, es cierto,
es probable que a veces —muy a veces—
la cáscara de un plátano arruine el camino a la fuga de un ladrón.
Pero de esas cáscaras hay muy pocas
—si es que ninguna—
en la procuraduría de los plátanos.

LO QUE ENCONTRARON EN LA BOTA DE PILATOS EL DIA DE SU MUERTE

¿Y qué
es la verdad?,
le pregunté
al
nazareno.

¿Qué es eso 
que llamas
verdad?,
le insistí.
(Esto no 
consta en actas.)

Pero
sus tres
puntos
suspensivos
me dijeron

ama
mi
brutalidad.

RECADO

se me hizo
muy tarde, putita

pero
te dejé
mi cuerpo
al lado
del frasco
de mercurio

consérvalo
o tíralo
a la basura:
ya no importará

pero espero
que siempre
me recuerdes
como un buen chico

y que
no olvides nunca
que el plato
frío
de la venganza
hay
que meterlo
al microondas

tres minutos
y medio.



ACTA

No lo
negaré

la
sinceridad
puede
acusarme
de soberbia

sépanlo
entonces
Fariseos
y Califas

Yo
también nací
un día
que Dios
estuvo
grave

-y
no
enfermo.


PREHISTORIA 


esto era
el poema:

un árbol
de
plástico

donde
tantas veces
describimos

la
aurora
del
odio.


RIP

aquí
yacen
sus
huesos
 
lo
llamaban
Dios

y
era
un
gato
igual

de
siete
vidas.