sábado, 18 de febrero de 2017

Animal simbólico de Gabriel Granados Gutiérrez






“El verdadero simbolismo está allí donde lo particular
representa lo general, no como un sueño y una sombra,
sino como una revelación vívida e instantánea
de lo que no puede ser explorado”
Goethe

¡Silencio!                               
El animal despierta a su rebaño de pesadillas
en su hocico lleva la saliva de un Dios
que alguna vez inundó el verbo de las calles
¡silencio!
los renos de la muerte pernoctan
allá donde se fragua una estampida de semanas
las podridas semanas de la rutina
esta horrible rutina de llamarse humano

y entonces los niños de la lujuria secuestrarán los rituales
ciudades deformes que presienten el insonoro golpe de la vergüenza
y allí el animal simbólico corre a prisa
se desvela
caza metáforas
mastica los sueños en el tráfico perene de la vida…
jadear
jadear siempre
jadear siempre será lo mismo que rezar con los pulmones

¡que alguien se tome la molestia de callar esta locura ¡
¿acaso no ven que las novias inválidas
sin manos
sin lágrimas
se arrastran al altar?
se arrastran con la ilusión estival de las bestias
dejemos de soñar entonces
si mentimos al hablar con nosotros mismos
el cerebro no entiende sus propios idiomas
aun la vigilia entiende que el día es necesario
donde la ceguera es un infierno para quien depende de sus ojos
y el invierno persigue nuestros pasos
donde la baraja juega a no ser vicio
donde la desilusión atisba el cansancio
y el verde fantasma del insomnio canta al oído
como el infante que nadie desea ser
ese murciélago que papalotea en la habitación
donde parvadas de espectros empujan la ciudad al horror del dinero
y los muertos aplauden el discurso de la niebla
la voz se despide a su llegada:
esa niña caprichosa
soez en su inocencia
que calma estos rostros despojados de ilusiones

El animal entristece con las manos cosidas al rostro
se corta los dedos
los mastica
y escupe los huesos en la vagina del odio
se percata que la música de la esperanza es un gato atropellado
que los acordeones de la urbe nos enmudecen
cuando los espejos de la infamia decapitan las violetas
el adorno de cada minuto
la insulsa existencia
de ese actor que lame sus cicatrices
y recuerda que la serpiente de lo absurdo nos inyecta la lluvia
la insoportable lluvia de los corazones ahogados en la peste de la indiferencia
y el miedo como un latigazo sonríe para nosotros
su mano de rompecabezas dibuja los alaridos del cuerpo
y los regalos torcidos del destino nos toman de la mano
exprimen los desprevenidos testículos del día
 nos dejan desnudos ante el tacto incierto del abandono
mientras los relojes devoran nuestras cartas
donde los teléfonos se ahogan en su propia espera…
la espera que los niños decapitan en su impaciencia
ese vomito de un pergamino colmado de oraciones vacías
nadie espera que los lobos se disfracen de caballeros
una tragedia que sirve de fauces para adorar al mundo
¡Ese es el símbolo!
el fantasma en ruinas que seduce al futuro
el rojo esqueleto que fornica sobre la luna
insisto
la muerte se sienta en los libros
afila su caricia… la muerte que nace de la enfermedad del hombre
y que muere en cada palabra escrita

¿Quién sobrevivirá a la desesperanza?
si el llanto marchito recorre el firmamento
si las venas de la tempestad alimentan la tierra
dando aliento a una ilusión que galopa en los sueños
donde los nativos sumergen sus ojos para iniciar el trayecto de la flecha
-esa flecha desmembrada por la intolerancia-
llevan en sus manos el sílex de una mordida
la mordida que permanece en las dunas de la omisión
las dunas que el viento profana
como un colmillo cansado de hundirse en sí mismo
entre los huesos del olvido nos mira la tormenta
observa pueblos humillados por el flagelo
por la apatía
el imaginario motor de las pesadillas que manipula los cuernos de la demencia
y el martillo tatuado se queda sin lagrimas
esa cascada de hormigas que brotan del pánico
pánico a la existencia
pánico para todos
pánico para el universo que peca en nosotros
pánico para el animal que bosteza
que vuelve a encerrarse en sus símbolos.



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Gabriel Granados Gutiérrez (Torreón Coahuila, 1976). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en múltiples revistas, periódicos y portales web de México y España.  Parte de su obra fue seleccionada y publicada en las antologías “Bosquejo de la noche” (Dirección municipal de cultura de Torreón, México, 2012), “Poesía ahora. Nueva poesía coahuilense” (Editorial Atemporia, México, 2014), en “Versos desde el corazón” (Diversidad literaria, España, 2015); en “Poesía erótica” (Diversidad literaria,  España,  2015) y en “Poetas nocturnos” (Diversidad literaria, España, 2015). Su más reciente poemario “Una melancólica ciudad es el otoño” fue publicado por la Universidad Autónoma de Coahuila (Colección Celosía) en 2016.